Hijo de un violinista y director de orquesta, Alexandre Kantorow comienza a tocar el piano desde temprana edad para seguir una formación «clásica»: en el Conservatorio de Pontoise, primero, y luego en el del distrito X de París; en la Schola Cantorum con Igor Laszko y finalmente en el Conservatorio de París con Frank Braley y Haruko Ueda, pero frecuentando también a otros grandes maestros como Jacques Rouvier, Jean-Philippe Collard, Georges Pludermacher, Théodore Paraskivesco y Christian Ivaldi.
El pianista es muestra viviente de un sistema que funciona. Desde los 16 años se presenta en festivales de renombre por toda Francia: Folles Journées de Nantes con la Sinfonia Varsovia y Festival Pianoscope de Beauvais, por invitación de Boris Berezovsky, por mencionar algunos. Se presenta con diversas agrupaciones como las orquestas de Lieja, Picardie, Bordeaux, Pays de la Loire, l’Orchestre de Kaunas en Lituania y la prestigiosa Concertgebouw de Amsterdam), y con la Orchestre Pasdeloup participa en la temporada inaugural de la Philharmonie de Paris en 2015. Con 22 años es acreedor al Primer premio de piano – ¡siendo el primer francés en obtener esta distinción! – y a la Medalla de oro en la edición 2019 del prestigioso Concurso Chaikovski en Moscú, celebrado con unanimidad por un jurado de alto calibre conformado por Denis Matsuev, Barry Douglas, Nelson Freire y Menahem Pressler, y pasando a formar parte de leyendas del piano como Van Cliburn, Ashkenazy, Sokolov y Pletnev...
Su talento se expresa tanto en sus interpretaciones como tal como en la elección inteligente de su repertorio. Al mismo tiempo un adepto de los grandes románticos como Rajmáninov, Liszt, Saint-Saëns o Franck, opta también por la elección de obras que dan fe de una apreciación personal particular. Para el Concurso Chaikovski, preferirá el Segundo concierto de Chaikovski al Primero, la elección usual de la mayoría de los concursantes; de igual manera, preferirá el inmenso Concierto n.° 2 de Brahms a los efectivos de Prokófiev o Rajmáninov. Inperturbable por su propio éxito, Alexandre Kantarow de hecho toma una cierta distancia de su status como concertista, lo que revela una personalidad desarrollada: «¡Me siento renovado. Cuando me enfrento a una partitura, ¡me pregunto por qué tocar una obra u otra!», afirma el pianista luego de un mes de vacaciones en Vietnam, lejos de cualquier instrumento, en la isla de Ishiguro, leyendo novelas policíacas nórdicas o a los grandes clásicos rusos.