La primera de muchas colaboraciones entre Chaikovski y Petipa, este ballet de 1890 experimenta un éxito inmediato en Rusia, si bien no será hasta después de la muerte del compositor que se integrará a los indispensables del repertorio. A más de un siglo de distancia, La bella durmiente ese ha convertido en uno de los ballets más populares del mundo, con el favor del público y de la crítica por igual. Su partitura es uno de los ejemplos más relevantes del gran Romanticismo ruso, y a esto se suma una coreografía elegante creada por uno de los más grandes de la historia, todo sumado para crear una obra maestra que relata con movimiento uno de los cuentos más entrañables de nuestro imaginario colectivo, inmortalizado por el clásico de Disney.