«Why let reality get in the way of a good story?» se exclama histéricamente en esta pieza dramático-dancística de Alexander Ekman, y ese parece ser en efecto el punto de partida para A Swan Lake.
En la primera parte, con reminiscencias a la entrañable partitura de Chaikovski, diálogos mordaces, absurdos, obvios pero inteligentes se combinan para describir el proceso de gestación y montaje de una pieza de ballet —El lago de los cisnes— a un grado tan divertido, irreverente y atrevido que traspasa la parodia hasta llegar a la auto-burla. Una reflexión genial sobre la autocrítica en la creación escénica contemporánea.
En el segundo acto, el poderoso Ballet Nacional de Noruega da vida a toda la fisicalidad y energía de esta reinterpretación ficticia dentro de la ficción que se apoya en la música efectiva —a veces humorística, a veces oscura, y a veces ambas, como en el cabaret— de Mikael Karlsson, por un lado, y en una proeza escénica inusitada, por el otro: un verdadero lago de 5 000 litros de agua que, además, por momentos funciona como un instrumento musical más. Actores de un magnetismo extraordinario, una soprano y la Orquesta de la Ópera Nacional de Noruega suman su talento para el Lago de los cisnes más surreal que se haya visto.
Amandine Albisson, Mathieu Ganio, François Alu ...