«De haber sabido que era posible escribir un concierto así para el violonchelo, yo mismo lo hubiera intentado»: es lo que dijo Brahms luego de haber escuchado el Concierto para violonchelo de Dvořák. La leyenda viviente del chelo Mischa Maisky vuelca su espíritu y su visión únicos en esta interpretación de la obra maestra del compositor checo desde el impresionante centro cultural Lugano Arte e Cultura.
Último concierto escrito por el compositor checo, luego de los que dedicara al piano y al violín, el Concierto para violonchelo en si menor combina inagotable virtuosismo con un pathos explosivo y una dolorosa nostalgia, de hecho, muy estrechamente. Un noble y majestuoso primer movimiento da paso a la ternura exquisita del Adagio para cerrar con el irresistiblemente rítmico final en una yuxtaposición totalmente inusitada: el susurro de una melodía muy apreciada por la cuñada del compositor (enferma y quien moriría poco después) previo al extático fortissimo —estremecedor— que caracteriza uno de los momentos cumbre en la música concertante.