En 1803, luego de una discusión con su amigo George Bridgetower sobre una mujer que ambos conocían, Beethoven cambia la dedicatoria de la que hoy conocemos como la Sonata «Kreutzer» para violín y piano, en honor finalmente al virtuoso francés Rodolphe Kreutzer. Más de cien años después, en 1889, Leo Tolstoy se inspira en esta obra maestra de la música de cámara para dar título a su novela La sonata a Kreutzer, un escándalo en su época por la carga sexual y la «violencia excesiva» de su argumento, en el que la música de Beethoven juega un papel definitorio dando lugar a un drama de infidelidad y asesinato, mismo que —en 1923— el compositor checo Leoš Janáček pondrá en música en su primer cuarteto para cuerdas.
Rodeado de la naturaleza, en la idílica Villa Tugendhat de Brno, el Cuarteto Bennewitz presenta los dos cuartetos para cuerdas de Janáček (el segundo, «Cartas íntimas», alude a la intensa relación epistolar y platónica del compositor —de casi ochenta años— con una mujer mucho menor que él y quien estaba casada). En estas dos obras, Janáček despliega una estética progresista de profunda sustancia psicológica, envuelta en una intensa belleza lírica (¡lo que escribe para la viola en el segundo Cuarteto es subyugante. Para el escritor Milan Kundera, las dos joyas de este programa son sencillamente «el pináculo de su obra».
