La Sonata Arpeggione, interpretada por el gran Pinchas Zukerman y Marc Neikrug al piano.
En noviembre de 1824, entonces en plena composición de la Sonata Arpeggione, Schubert ya está muy debilitado por los síntomas de la sífilis y por crisis de depresión recurrentes. Pero la expresión de su dolor personal no conduce en absoluto a un estertor, a un lamento desesperado. Cierto pudor tal vez, un apego a su círculo amistoso seguramente, dejan a lo sumo traslucir una cierta nostalgia en las inflexiones melódicas de la voz principal. Al igual que el héroe de La bella molinera, Schubert fue desgraciado en amores. Pero, como él, diluyó esas decepciones sentimentales en una musicalidad fluida y ondulante, una musicalidad marcada por una esperanza, confiando en la posibilidad de un consuelo, de un descanso afectivo. «¡En tus profundidades, / se encuentra el fresco reposo! / Querido arroyo, / no dejes de cantar». (Die Schöne Mullerin, «Der Müller und der Bach»: «Ach unten, da unten / Die Külhe Ruh! / Ach Bachlein, liebes Bachlein, / So singe nur zu.»)
Un documental de Christopher Nupen - Primera parte