En un recital Berlioz, Schubert o Poulenc, tenemos a la «Leona francesa» viva.
La vemos primero en 1965 en un recital en París, donde se da cita con Berlioz: con la Margarita de la Condenación de Fausto, El espectro de la rosa de las Noches de verano y Dido de los Troyanos, nos convence sin dificultad de porqué Berlioz es su compositor fetiche.
Su gusto por los grandes papeles no le hace dejar de lado el repertorio de la melodía y del lied, al que dedica gran parte de sus actividades después de haber sido nombrada profesora en el Conservatorio de París en 1976. Pero antes ya prestaba el calor de su timbre y su maravillosa dicción al Pavo real de Ravel que canta en 1972 acompañada por Janine Reiss y después a lieder de Schumann y Schubert esta vez con Christian Ivaldi. Retorno a la melodía francesa, en 1964, con Fauré (La noche) y Duparc (La vida anterior), para terminar corrompiéndose con Les gars qui vont à la fête de su amigo y cómplice Francis Poulenc.