La primera y quizá la más atrevida declaración de nacionalismo en Finlandia con música es Kullervo (1892) de Jean Sibelius, una obra en cinco partes, magníficamente evocativa, que anuncia al joven compositor como uno de los faros culturales más luminosos y prominentes de la identidad finlandesa, en un momento donde Rusia controlaba a una Finlandia que, además, hablaba sueco, a finales del siglo XIX. Inspirado por las historias del poema épico Kalevala, una compilación del siglo XIX del folclor y las mitologías que seguirían influyendo en el compositor durante toda su vida creativa, Kullervo cuenta la historia del trágico destino del héroe epónimo con melodías intensas, pasajes vocales que deslumbran y texturas orquestales envolventes.
El legendario director estonio Paavo Järvi, promotor desde hace décadas de la música de Sibelius, dirige a la Tonhalle Orchester Zürich y al Coro Masculino Nacional de Estonia con dos voces finlandesas notables como solistas —los hermanos Johanna y Ville Rusanen— en esta conmovedora obra maestra que, en décadas recientes, ha tomado un lugar importante y merecido en el repertorio sinfónico-coral.
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