Charles Ives nace en 1847 en un prominente familia de Danbury, Connecticut. Durante su juventud se distinguirá como un alumno modelo y será capitán del equipo de béisbol de su preparatoria, lo que lo llevará a matricularse en la Universidad de Yale. Luego de ser actuario, funda una de las más exitosas compañías de seguros de Estados Unidos, sentando además las bases de las prácticas de planificación patrimonial que todavía hoy se utilizan. Lo que muy pocos de sus colegas sabían era que en su tiempo libre Ives era uno de los compositores más brillantes e innovadores de su tiempo, anticipando discretamente muchas de las técnicas más vanguardistas que, años después, desarrollarían sus contemporáneos europeos...
Compositor eminentemente modernista, Ives rechazó el status quo, abrevando en influencias marcadamente distantes como la música académica europea, música folclórica, pop, ragtime e himnos norteamericanos para dar forma a un lenguaje atrevido y original típicamente americano y típicamente suyo. Su obra rompió inequívocamente con la tradición, al incorporar politonalidad, elementos atonales dodecafonistas, cuartos de tono y clusters. Experimentó incesantemente, a veces durante años revisando una misma pieza antes de terminarla, y la mayor parte de su obra no se publicó o interpretó por décadas, si bien alcanzó un considerable renombre en los años previos a su muerte.
Este cuidado documental de la directora alemana Anne-Kathrin Peitz —el primero en abordar la vida fascinante de Ives— reúne en 2018 entrevistas a admiradores, musicólogos y miembros de la familia del compositor. Una exquisita y representativa selección de su obra sirve de banda sonora mientras que se exploran, además: sus Variations on «America», una obra temprana para órgano escrita cuando tenía 17 años, ya un iconoclasta; su bien conocida Concord Sonata, cuyos acordes en cluster se tocan con una barra de madera de 38 centímetros sobre el teclado del piano; y la perpétua Pregunta sin respuesta, en la que maderas y cuerdas, aisladas unas de las otras, intentan en vano contestar a la eterna cuestión sobre la existencia presentada insistentemente por un solo de trompeta. Adeptos de mucho tiempo como nuevos públicos estarán de acuerdo en que este es el legado de un músico absolutamente único, un compositor que dejó una huella en el siglo XX que perdura hasta hoy.