Para Ray Charles, la década de los 1950 fue, en lo creativo, absolutamente crucial. En casi diez años de colaboración con Atlantic Records, dio a conocer grandes clásicos como «Mess Around», «What I'd Say», «It Should've Been Me» y «I've Got A» antes de avanzar netamente hacia el jazz, hacia el final de la década, presentándose en Carnegie Hall, el Newport Jazz con un grupo vocal femenino llamado The Cookies, con el que compartiría el escenario durante diversas giras. Para este concierto, se hace acompañar por el mismo grupo, pero bajo el nombre de The Raelettes.
En 1962, Ray era ya un héroe musical para las generaciones más jóvenes, incluso en Europa. Lo tenía todo: estilo y carisma, letras sugestivas, y una particular combinación de gospel y rock rock 'n' roll (una clara anticipación del soul). En cuanto salió «Georgia On My Mind», apenas un año antes de esta captación, Ray se había establecido como uno de los abanderados más importantes de un nuevo sonido, y es «Georgia On My Mind» una de las canciones presentadas en este concierto en la Riviera Francesa bajo el mando encantador y fácil de Ray al piano. Sorprende su voz, deliciosamente ríspida, con el ligero acompañamiento de las voces de apoyo en una selección de canciones entrañables. No hubo ni habrá nadie como Ray Charles.