Un barbero de Sevilla exultante, llevado a escena por Emilio Sagi en el Teatro Real de Madrid.
Al amanecer, Lindoro y un grupo de músicos interpretan una serenata bajo la ventana de Rosina. Cuando Fígaro – «el barbero de Sevilla» – llega, reconoce al Conde Almaviva, su antiguo maestro, que está en Sevilla de incógnito. Perdidamente enamorado de Rosina, quiere seducirla por su personalidad y no por su riqueza. Fígaro promete ayudar a Almaviva a entrar en la casa en la que se encuentra encerrada Rosina por orden de su tutor, que desea desposarla contra su voluntad.
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