La ópera se presentó por primera vez el 5 de marzo de 1868 en La Scala de Milán; se caracteriza por un arreglo orquestal rico, sutilmente puntuado de pasajes líricos e interludios de coros. La puesta en escena de Robert Carsen sublima esta obra en una producción postmoderna, a la vez sorprendente desde un punto de vista teatral y profundamente decadente.
La representación fue aclamada unánimemente en sus representaciones en París y San Francisco, y el protagonista Samuel Ramey conquistó tanto al público como a la crítica.