En 2008, el Festival de Aix-en-Provence daba una sorpresa al abrir su sexagésima edición con Zaide, la ópera inacabada de un Mozart de 23 años reinterpretada por el director de escena estadounidense Peter Sellars. Compuesta en 1780, dos años antes de El rapto en el serallo, Zaide también se desarrolla en ese Oriente tan querido por los autores de la Ilustración, espejo de su propia sociedad (pensemos en las Cartas persas de Montesquieu, o en Zadig de Voltaire). Zaide escenifica los amores y la fuga de dos esclavos a la corte del Sultán Solimán, su búsqueda de libertad frente a un poder tiránico.
Este Singspiel (drama lírico en alemán que alterna teatro y canto) contiene arias de una inventiva melódica inaudita; pero le faltaba la obertura, el final y gran parte de los diálogos. Sellars aprovecha este carácter inacabado para construir una coherencia, su coherencia: la ópera se convierte en un manifiesto contra la esclavitud, traspuesto a nuestras sociedades modernas. A pesar de que la visión comprometida de Sellars suscitó todo un escándalo, al igual que había molestado antes al público vienés y londinense, no es lo último que ha visto el escenario de la «Cour de l'Archevêché».
Este espectáculo de Sellars presentado en Aix-en-Provence, con los cantantes Russel Thomas (el sultán Solimán), Ekaterina Lekhina (Zaide) y Sean Panikkkar (Gomatz), en compañía de La Camerata de Salzburgo, está dirigido por Louis Langrée. Mediante su compromiso, los músicos hacen justicia a la obra a la vez que se adhieren a la dramaturgia de Sellars.
Como escribe el asistente de la puesta en escena: «Es probable que no compartan esta visión, que les choque o se sientan indiferentes ante nuestro enfoque contemporáneo; pero es un regalo y esperamos que lo reciban con los brazos y el espíritu abiertos».