A más de cien años de haber sido escrita, La Rondine de Puccini comienza a recuperar notoriedad en el panorama operístico de nuestra época. El título, de por sí, no es del todo desconocido para los amantes de la voz de soprano, gracias a una de las arias más hermosas del repertorio («Ch'il bel sogno di Doretta»); pero esta puesta en escena del tenor, presentador, escritor y director de escena mexicano Rolando Villazón pone nuevamente en el mapa a una obra que recuerda por su temática a La traviata: Magda, apodada «la Golondrina» (rondine, en italiano), debe elegir entre Rambaldo, un banquero de París, y Ruggero, de quien sí está enamorada.
La simplicidad del argumento se presta a inventivas soluciones y proposiciones por parte del director de escena, donde contexto y subtexto se combinan para ofrecer una experiencia escénica rica al servicio de la lograda partitura de Giacomo Puccini.