Con motivo del bicentenario del nacimiento de Verdi en 2013, el Festival de Aix-en-Provence produce por primera vez la obra maestra de gran notoriedad del compositor italiano, Rigoletto. Una producción que también marca el regreso del director de escena canadiense, Robert Carsen, tras un eclipse de 17 años. Carsen traspone Rigoletto al despiadado mundo del circo, bajo la batuta de Gianandrea Noseda, verdiano sagaz.
Inspirada de la obra El Rey se divierte de Victor Hugo, la ópera en tres actos Rigoletto de Verdi se interpreta por primera vez en 1851. De entrada, la ópera, al igual que la obra original, debe hacer frente a la censura. En efecto, las dos obras tratan del libertinaje de la corte, un tema muy controvertido y tabú en aquel momento. La trágica trama que gravita en torno al libertino Duque de Mantua, su bufón jorobado Rigoletto, y la bella Gilda, hija de Rigoletto.
El Duque de Mantua es un playboy y notorio juerguista, conocido por seducir a mujeres de todos los horizontes para luego burlarse de sus maridos con su bufón Rigoletto. Una noche, las juergas del Duque se ven interrumpidas por la llegada del viejo Conde Monterone, cuya hija fue una de las víctimas del Duque. Rigoletto provoca entonces al anciano burlándose de su incapacidad para restaurar el honor de su hija. Cuando es llevado a prisión, Monterone maldice a Rigoletto por burlarse de su justa ira. Esta maldición aterroriza al bufón, que oculta un secreto: él también tiene una hija, la magnífica Gilda, a la que oculta en su casa para protegerla, y que solo está autorizada a salir para acudir a la misa dominical. Sin embargo, Gilda también tiene un secreto: acaba de sucumbir a los encantos de un joven que conoció en la iglesia. El joven en cuestión no es otro que el propio Duque, que no sabe que es la hija de su bufón... Al tratar de impedir que se materialice la maldición, Rigoletto empuja sin saberlo la historia hasta su punto de ruptura y la lleva a la tragedia.
Fotografía: © P.Berger / ArtcomArt