«Una locura organizada y completa»... Es difícil encontrar palabras más precisas que estas de Stendhal para calificar la farsa surrealista compuesta por Rossini en apenas veinte días. En esta excéntrica comedia se cruzan el espíritu dadaísta y el estilo buffo de la ópera italiana de la época, sintetizado todo ello en instantes mágicos de conciertos de onomatopeyas: «¡ding-ding, tac-tac, croa-croa, boum-boum!». El ritmo desenfrenado de los dos actos que conforman esta ópera (una anticipación a Chaplin y Buster Keaton) deja lugar, no obstante, a la ternura de las arias de Isabella y su prometido Lindoro, así como al patriotismo que inflamaba al público veneciano de la época.
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