En Oriente Medio, los hebreos padecen el yugo de los filisteos, contra los que se rebelan bajo el impulso de Sansón. La hija de Dagón, la bella Dalila, tiende una trampa a Sansón y le hace creer en su amor para que le revele el secreto de su fuerza.
En la producción de la Ópera de Flandes presentada en Amberes en 2009, la ópera de Saint-Saëns Sansón y Dalila –una historia de amor sobre el trasfondo de un conflicto cultural entre los hebreos y los filisteos– se desarrolla en el Oriente Medio de hoy en día. Los dos directores de escena, el israelí Omri Nitzan y el palestino Amir Nizar Zuabi, sondean las tensiones entre diferentes naciones y religiones y la complejidad de las relaciones que unen a opresores y oprimidos. «Hemos intentado deliberadamente alejarnos de una interpretación casi bíblica, y situar la historia en el mundo contemporáneo para subrayar mejor sus aspectos políticos, explican. Todo acto de terror, perpetrado por un Estado, provoca actos de terror contra él y desencadena como reacción un rebrote de actos de terror por parte del Estado, en un perfecto círculo vicioso».
La Orquesta Sinfónica y el Coro de la Ópera de Flandes están bajo la dirección del director de orquesta checo Tomáš Netopil. El joven tenor alemán Torsten Kerl interpreta el papel de Sansón, y la mezzosoprano rusa Marianna Tarasova interpreta el de Dalila. Con sensibilidad y lirismo, la orquesta y los cantantes resaltan la sutil paleta de colores de la música y desvelan toda la trágica belleza de esta dramática historia.
Cuando compuso Sansón y Dalila, San Saëns pretendía componer un oratorio, a partir de la Biblia: en el episodio dedicado a los amantes en el Antiguo Testamento, el conflicto entre los hebreos y los filisteos discurre en paralelo a una historia de amor y traición. Poco a poco, Saint-Saëns se dejó convencer de que la partitura merecía una ópera. En 1877, Franz Liszt presentó la obra (considerada demasiado wagneriana por el público parisino) en primicia mundial en Weimar. El estreno en Francia no tuvo lugar hasta trece años después, en Rouen, en 1890. En 1892, la ópera llegó por fin a la Ópera de París, donde finalmente se representó más de quinientas veces durante los treinta años siguientes.