Grácilmente, revoloteando como las alas de un ave planeando los cielos, una plétora de faldas plisadas brilla en los alrededores de la escenografía de la producción de Thierry Malandain de Dafnis y Cloe. En esta ocasión, el coreógrafo rinde homenaje a dos de sus grandes influencias: su gremial Michel Fokine y el compositor Maurice Ravel.
Compuesta para los Ballets rusos en 1912, Dafnis y Cloe es una regalo para los fantánicos de la antigua Grecia en forma de un ballet neoclásico que cuenta la historia de dos jóvenes enamorados. Bajo el todopoderoso ojo del dios griego Pan (quien parece guiar a la pareja a través de la noche), la pasión que lleva a Dafnis y a Cloe a encontrarse es abruptamente desafiada por la tentadora Liceion y el líder de los piratas vengadores, Bryaxis. Reflejando el programa desde su estreno en 1912, la adaptación moderna de Malandain retoma aspectos del ballet cómico de Nijinsky (La siesta de un fauno), reemplazando el tradicional paisaje rocoso con una enorme caja de pañuelos sobre la cual se despliegan las fantasías de este mítico ser en yuxtaposición con la música sublime de Claude Debussy.
En esta producción, Thierry Malandain intenta desestabilizar las ideas tradicionales del ballet clásico. Cloe, lejos de ser una joven frágil, se convierte en una mujer empoderada, artífice de su destino y quien lleva mano en su relación con el romántico soñador Dafnis. Los protagonistas de esta obra maestra son encarnados aquí por la sublime dupla conformada por Natalia de Froberville y Ramiro Gómez Samón.