Las luces conocidas como «ghost light» —una única fuente de luz que ilumina el escenario cuando llega a su fin un ensayo o una función— forman parte de una larga tradición escénica.
Durante los momentos más álgidos de la pandemia de COVID-19 en 2020, incontables escenarios se vieron iluminados por estas luces… esperando el regreso de la música y la danza. Y el Ballet de Hamburgo fue una de las primeras compañías en retomar sus actividades a nivel internacional luego del primer confinamiento. Observando estrictos controles higiénicos, el gran John Neumeier creó Ghost Light, una nueva pieza de larga duración para la totalidad de los 55 miembros de su ensamble. Descrita por Bachtrack como «un retorno a la danza pura», la obra trata sobre el aislamiento y los sentimientos y fantasías evocados por un escenario vacío. Desarrollada en fragmentos compuestos por pequeños grupos de bailarines (incluyendo parejas de bailarines en la vida real) y bajo las restricciones impuestas por la epidemia, la coreografía de Neumeier refleja situaciones, miedos, relaciones, recuerdos y emociones experimentados por todos durante la pandemia. La suntuosa música para piano solo es interpretada por el renombrado pianista David Fray, cuyas excepcionales grabaciones de música de Schubert inspiraron al coreógrafo.