Jirí Kylián explora el maravilloso mundo de la infancia, con el ballet de Ravel-Colette, El niño y los sortilegios.
Una madre regaña a su hijo de siete años, gruñón y enfadado por que tiene que hacer los deberes. En un arrebato de ira, el niño la emprende con los objetos que le rodean: la tetera, el hervidor, un libro, el reloj, hasta que, agotado por la rabieta destructiva, se derrumba en un viejo sillón. Entonces se producen cosas fantásticas: los objetos cobran vida, los animales empiezan a hablar y todos conspiran para vengarse. Aterrorizado, el niño llama a su madre. Pero no hay nada que hacer, las criaturas se le echan encima. En el tumulto de la batalla, sin embargo, el niño cura a una pequeña ardilla herida. Arrepentidas, las criaturas dejan entonces de atormentar al niño y le perdonan sus anteriores fechorías.
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