En 2005, Claudio Abbado y su excepcional Orquesta del Festival de Lucerna (compuesta por destacados músicos como Kolja Blacher, Albrecht Mayer, Georg Faust, Emmanuel Pahud y Sabine Meyer) interpretan el Concierto para piano n.° 3 de Beethoven, una cumbre de la literatura para piano, al lado de Alfred Brendel, eminente especialista en este repertorio.

Además: otra obra colosal, la Sinfonía n.° 7 de Anton Bruckner, la más famosa de las sinfonías del compositor austriaco, cuyo Adagio nació de un presentimiento de la muerte de Wagner y cuyas cuatro tubas wagnerianas rindieron tributo al Maestro de Bayreuth con su tema misterioso y religioso.