El Lied fue para los compositores románticos el medio privilegiado de expresar los matices del sentimiento personal. La propia formación subraya el solipsismo del ethos romántico: una voz solista se convierte en el vehículo de un «yo» exclusivo, que solo manifiesta la realidad del sujeto pensante, mientras que el acompañamiento musical subraya, completa y comenta el propósito poético, como otras tantas proyecciones sonoras en el muro del inconsciente subjetivo. Schubert, Schumann, Brahms, y posteriormente Wolf, Mahler y Strauss, todos ellos se inclinaron regularmente por el género del Lied.
No obstante, dentro de esta amplia producción, el ciclo de los Liebeslieder, op. 52 de Brahms ocupa una posición particular. La forma es, en efecto, original. Brahms integra la polifonía en este género y alterna episodios solistas y episodios con coro de cuatro voces acompañado de un piano a cuatro manos. El ciclo busca explícitamente un carácter popular, en particular por los ritmos de vals interpretados por el piano. Pero bajo esta aparente simplicidad de tono se oculta un refinamiento en la escritura, un equilibrio entre las voces y una cierta suavidad en la expresión musical, que hacen de los Liebeslieder, op. 52 un ciclo de melodías todavía muy popular hoy en día.
