Cuando el virtuoso violinista coreano In Mo Yang (¡nacido en 1995!) entró al prestigioso Concurso Paganini de Génova en 2015, el jurado —presidido por Fabio Luisi mismo—otorgó por fin un Primer premio, luego de casi una década de declararlo desierto. Su interpretación del endiablado Concierto n.° 1 del legendario genio del violín Niccolò Paganini sorprendió por una técnica prodigiosa que le permitió ejecutar los pasajes más demandantes de la obra con aparente facilidad y naturalidad, además de desplegar un uso del legato fluido, a lo largo y ancho de todo el registro del instrumento, y un dominio total de las dobles cuerdas... No cuesta imaginar por qué todos estos despliegues de virtuosismo quitaban el aliento al público en la época de Paganini.
Completa el programa la monumental Primera Sinfonía de Brahms. El compositor pudo haberse desconcertado con el sobrenombre que se le adjudicaría después a esta obra, «la Décima de Beethoven», pero su lugar en el Olimpo de la forma sinfónica es hoy innegable. Ciertamente, como Beethoven antes que él, Brahms logró encausar la amplitud instrumental de la sinfonía en un profundo pathos, probablemente nunca más efectivamente que en el entrañable tema del corno alpino en el cuarto movimiento, interpretado aquí de forma exquisita por la Orquesta Sinfónica Nacional Danesa.
