Pieza capital del repertorio para violín en la época Romántica (con el concierto de Mendelssohn), la obra ha mantenido su extraordinaria popularidad. Y con razón, su parte de solista muy virtuosa, originalmente compuesta para Joseph Joachim, arreglada después de su aparición debido a su dificultad, destaca ampliamente las cualidades del violinista.
En este histórico concierto, Itzhak Perlman demuestra la mayor destreza, la energía más enloquecida y el sentido musical más agudo con la Philharmonia Orchestra, dirigida aquí por Lawrence Foster —un amigo cercano, antiguo asistente de Zubin Mehta en Los Angeles Philharmonic—. La complicidad de ambos hombres se pondrá al servicio de la obra, hasta el potente «Allegro Giocoso» (literalmente, «alegre y festivo») final.