Con una energía obsesiva, Anton Bruckner dedicará la última década de su vida a su Novena Sinfonía, cuyo Adagio final permanecerá no obstante inacabado al momento de la muerte del compositor en 1896. Se dice que, en su lugar y por sugerencia del propio compositor, el Te Deum habría de fungir como conclusión a esta obra monumental. Y es cierto que el carácter triunfal del himno (en do mayor) da un cierre apoteósico a la obra (en re menor, pero dedicada a Dios por Bruckner, un católico devoto).
Leer más