Es el Liszt hombre y músico el que se devela en los Años de peregrinaje, verdadera reminiscencia musical de la vida y de las impresiones del compositor. Para interpretar esta obra maestra de acentos literarios e impresionistas, el virtuoso pianista Nicholas Angelich dedica una velada a las tres partes que constituyen este monumento de la música.
Inspirándose en la novela de Goethe, Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, Liszt desarrolla una verdadera ruta musical interior recordando las estancias que ha pasado en Suiza y en Italia, en particular. Compone este ciclo en tres partes para piano solo entre 1837 y 1877, y en sus notas dirá al respecto: «He intentado describir musicalmente algunas de las emociones más fuertes e impresiones que he podido sentir».
En esta tercera parte que compuso entre 1867 y 1877, Liszt desarrolla temas más oscuros pero también muy impregnados de espiritualidad, en una especie de meditación sobre la muerte y el juicio de su alma. Testimonio de ello son las dos trenodías, compuestas como un canto de acentos trágicos, mientras que el Angelus y el Sursum corda evocan el encuentro con los ángeles.