La Orquesta Sinfónica de Montreal presenta un programa formidable bajo la batuta de su director, Rafael Payare, en una prestación impecable de dos obras maestras del repertorio sinfónico.
Para comenzar, brilla la Sinfonía n.º 1 en do mayor de Beethoven (escuchada por primera vez en el año 1800). Se trata de una partitura de una frescura y vitalidad innegables que abreva en la gran tradición vienesa de Haydn y Mozart. En el otro extremo del género, y escrita casi 150 años después, está la Sinfonía n.º 8 en do menor de Shostakóvich (1943), partitura poderosamente expresiva y que retrata, en palabras del compositor, «el estado interior del ser humano ensordecido por el martillo gigantesco de la guerra».