En Leipzig, Ton Koopman ofrece un Magnificat de Bach lleno de fervor.
El nombre de Ton Koopman está fuertemente vinculado al movimiento de reinterpretación de la música barroca, al igual que el de Gustav Leonhardt, con quien aprendió clavecín en el conservatorio de Ámsterdam, la meca a principios de los años 1970 de este movimiento. Organista y clavecinista de formación, Ton Koopman funda la Amsterdam Baroque Orchestra y después el Amsterdam Baroque Choir, los dos conjuntos con los que lo encontramos unas décadas más tarde, en 2003, en Leipzig, dirigiendo desde el instrumento.
Para rendir homenaje a su glorioso compositor, Leipzig organiza cada año en torno a la Ascensión un «Festival Bach», cita ineludible para todos los barrocos del planeta. En efecto, fue en esta ciudad donde Johann Sebastian Bach vivió los últimos veintisiete años de su vida (1685-1750) y donde desempeñó numerosas funciones, principalmente la de cantor de la Iglesia de Santo Tomás.
En aquella noche de 2003, Ton Koopman dirige en esta misma iglesia un programa en espejo: el Magnificat de Johann Kuhnau, el compositor al que sucedió Bach al órgano de Santo Tomás, y el Magnificat del propio Bach. Entre los dos, la espectacular Cantata BWV 10, con texto del «Magnificat» también, pero en alemán. Con cantantes, una orquesta y coros totalmente entregados, Koopman ofrece una velada llena de fervor bajo las bóvedas de este edificio en el que resonaron los acordes del propio Bach.
