La danza es por naturaleza y en su origen una forma de expresión artística efímera. Un bailarín baila, y un movimiento da pie a otro, y lo único que permanece es un recuerdo intangible en la mente del espectador, una imagen que con el tiempo habrá de desvanecerse... Más tarde, dos grandes innovaciones lo revolucionarán todo: la notación estandarizada del ballet en el siglo XIX, por un lado, permitirá a los coreógrafos preservar y transmitir su obra; luego, la irrupción en escena de la cámara de video lo transformará todo al posibilitar al público el revivir cuantas veces quiera no solamente al cuerpo humano en movimiento, sino también expresiones faciales que de otra forma hubieran durado apenas un instante.
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Los archivos de Dominique Delouche