El Festival de Salzburgo celebra el bicentenario del nacimiento de Verdi con tres de sus óperas.
Reparto sensacional, partitura exquisita y todo el talento de Antonio Pappano: “En Don Carlo, encontramos un catálogo de sonidos muy particular, utilizamos los tonos más graves del violín, mucho la cuerda de sol” —apunta el director de orquesta— “sobre todo en la obertura y la combinación de chelos y de los bajos juntos, su fusión con los fagot, añadiendo la trompa y los trombones, crean una imagen lúgubre”.
Atormentado, vulnerable, apasionado. Don Carlo sufre la desdicha de ver cómo es su propio padre quien le arrebata a su novia para convertirla en reina de España. El tenor de los tenores, el alemán Jonas Kaufmann, es la estrella del momento: “Pienso que este Don Carlo es de momentos, me refiero a que está siempre dándole vueltas a todo una y otra vez, cuando uno piensa en el dueto del segundo acto, cuando él llega empieza muy dulce y tranquilo y de repente estalla. Realmente él intenta ceñirse a las leyes, a las tradiciones y entonces, acto seguido, se entrega de nuevo a sus deseos”.
“Este es un elemento español, con un característico uso del ritmo para el Aria del Velo (de la princesa) de Éboli; está el coro y el virtuosismo de la orquesta que acompaña el coro femenino y todos estos son pequeños episodios de un gran tapiz”, explica Pappano.
Para el tenor Jonas Kaufmann, el desamor juega un papel fundamental en el drama: “A medida que Isabel se acerca a él, es lo que le decía, se trata de un personaje muy fácil para encontrar gran cantidad de elementos diferentes, cómo los organiza y los ordena, pero eso es otra historia”.
“Una de las cosas que uno recuerda es el tono al término del cuarto acto, porque de alguna manera és en ese momento en dónde todo se aglutina y se focaliza, estamos en el corazón del drama, el lado íntimo de la vida del rey”, concluye Pappano.