No se había visto un mago del violín así desde Paganini. Es el primer violinista virtuoso moderno, líder de varias generaciones de músicos, incluido Itzhak Perlman, que dice de él en la película: «Cuando hablé con él, pensé No me lo puedo creer, ¡estoy hablando con Dios!»
Verdadero prodigio de la música, Heifetz establece los estándares del violín, de tal manera que después de él se tocó más o menos en su estilo durante casi un siglo. Esta película retrata a un artista obsesionado por la idea de la perfección, y cuyo nombre se hizo tan famoso en la cultura popular que se convirtió en sinónimo de excelencia para todos, desde Jack Benny hasta los Muppets, pasando por Woody Allen.
Heifetz era una figura a la vez legendaria y misteriosa, cuya historia encarna la naturaleza dual del genio artístico: la paradoja según la cual un hombre mortal vive con dones que le sobrevivirán, dones que debe honrar, a costa de esfuerzos realizados durante toda la vida. ¿Son el hombre y el artista la misma persona? ¿Cuál es el precio que paga cada cual? ¿Y quién era el hombre detrás de la música? Estas son las preguntas a las que responde Peter Rosen.