Moscú celebra el Festival Rostropovich, fundado en honor al violonchelista ruso, fallecido hace cinco años.
En esta edición, que comenzó a finales de marzo y dura un mes, el compositor ruso Sergei Prokoviev ha sido el protagonista de una gran noche.
La Orquesta Filarmónica de Londres tocó bajo la batuta de su Director Principal, Vladimir Jurowski. Un ciudadano del mundo, como muchos grandes artistas, y como el mismo Prokoviev. “No hay que olvidar que somos músicos, y los músicos somos como gitanos. Nací y crecí en Rusia pero tengo sangre judía. Mis antepasados vinieron desde muy lejos, tuvieron que adaptarse. Dejé mi país a los 18 años y tuve que acomodarme a la vida en Alemania. Después trabajé en Estados Unidos, en Gran Bretaña, Italia y Francia. Allá donde voy, intento vivir como lo hace la gente del país, por supuesto sin perder mi forma de ser. Siento que todavía soy lo que siempre he sido: un músico de formación soviética, y me siento bien con ello.”
Como Jurowski y Rostropovich, también Prokoviev vivió en el extranjero durante mucho tiempo. De vuelta en la Unión Soviética a principios de los años 30, su relación con el régimen fue muy controvertida, dolorosa a veces.
Elogiado y alabado durante un tiempo, calló después en desgracia. Las autoridades le marginaron al final de su vida. Hoy, su música está entre las más interpretadas en todo el mundo.
“Prokoviev sigue siendo un enigma para mucha gente. Es una mezcla de una increíble energía vital y un lado oscuro. Esta brillante criatura tenía un lado demoníaco, amenazadora, ligeramente irracional. De alguna manera, era muy ruso en eso, aunque siempre simuló ser absolutamente occidental en todo lo que hizo”.
“Prokoviev describió las distintas partes de la psique del siglo veinte, del espíritu de la época. Él era un niño de su tiempo. Creo que es justo decir que la historia del último siglo debería estudiarse con las partituras de Prokoviev en la mano.”
En esta edición de “Música” puede escuchar fragmentos de la cantata “Iván el Terrible” de Sergei Prokoviev.