El rodaje no duró más de dos semanas con una única cámara. Con motivo de la creación en Rusia de la ópera de Claude Debussy, Philippe Béziat aprovechó la oportunidad que representaba la primera colaboración entre Marc Minkowski y Olivier Py para dirigir una película única.
Ni película-ópera, ni totalmente documental y lejos de ser una grabación televisiva, esta película musical se acerca al misterio de esta obra y nos cuenta cómo el director de orquesta, el director de escena, los cantantes rusos y franceses, los técnicos o los figurantes se enfrentan a la fascinación que ejerce sobre ellos Peleas y Melisande.
En una entrevista, el director explica la elección del subtítulo «El canto de los ciegos»: Cada uno a su manera, Arkel, Golaud, Melisande y Pelas son ciegos. Como afirma Olivier Py, el ciego, el que no sabe y nunca sabrá, está en el centro de la obra de Maeterlinck, en la que incluso el deseo añade tinieblas a las tinieblas y, en la ópera, Debussy hace cantar a estos ciegos. El canto de los ciegos es, por tanto, una fórmula que une dos sentidos entre sí, la vista y la escucha, y puede sugerir que en la película representa un vínculo misterioso entre música e imagen.