La aclamada soprano estadounidense Renée Fleming acaba de brillar en el Concierto de Año Nuevo que ha ofrecido la Orquesta Estatal Sajona de Dresde.
En este espectáculo, Berlín y Broadway se confunden, con piezas de opereta que el tenor Klaus Florian Vogt interpreta junto a Fleming bajo la batuta del maestro Thielemann.
No todo el mundo sabe que Fleming, con sus cuatro Grammy, mantiene una estrecha relación con Alemania y su música. Todo comenzó hace casi treinta años, gracias a una beca Fulbright.
"Fue una experiencia educativa increible", recuerda. "En aquella época era capaz de asimilar y absorver cualquier cosa. Tenía trazado un camino y tras diez años estudiando a Mozart, que es un gran profesor de canto, descubrí la música de Richard Strauss".
"Fue un gran reto", prosigue. "Estaba sola y no era una mujer particularmente aventurera. De hecho no paré de llorar durante todo el viaje en avión. Y un desconocido me dijo: cariño, ¿no crees que deberías regresar a casa? Pero yo jamás tiraría la toalla. Tardé seis meses en aprender el idioma, lo necesitaba para no sentirme sola. Pero de la música me enamoré instantánemente".
"En Alemania me siento en casa", afirma Fleming. "Estoy muy cómoda aquí. Primero porque domino la lengua y, aunque no la hable perfectamente, me permite moverme con libertad y comunicarme. Eso es muy importante. Y segundo, porque la música en torno a la cual gira mi vida, que es sobre todo la de Richard Strauss, es una parte indisociable de esta cultura. Y luego está este teatro. No sé, cuando estoy aquí y pienso en la cantidad de estrenos que ha acogido este edificio, me conmuevo".
"Culturalmente hablando, en Alemania la gente es mucho más directa y honesta", continúa. "Y yo no estaba acostumbrada a eso. Si cantaba mal, mis amigos y mis compañeros venían y me lo decían: lo has hecho mal, lo siento. Mientras que en Nueva York, cuando estudiaba, la gente hacía todo lo contrario. Venían y me decían: oh, has estado fantástica. Cuando todos sabíamos que no era así. Por eso aprecio esta actitud, porque yo siempre sé cuando estoy bien o mal, lo que es fantástico".
Su camino hacia el estrellato ha sido largo. Y como ella misma recuerda, sin la ayuda de los amigos que se ha ido encontrando por el camino, no lo habría conseguido.
"Leontyne Price me invitó un día a su casa y me dijo: creo que necesitas ayuda, que estás luchando y que necesitas apoyo", rememora. "Tienes demasiado estrés, estás rodeada de demasiado ruido y quiero ayudarte a entender que sólo debes concentrarte en una cosa, y esa cosa es cantar, es tu voz. Me ayudó enormemente. Me senté allí y tomé notas. Desde entonces, siempre hemos guardado el contacto. Y cada dos años le pediría lo mismo: "señorita Price, ¿podríamos tener otra sesión, por favor?"