Antonio Florio ha dedicado su vida al recate y la interpretación de los tesoros musicales endémicos de Nápoles, una ciudad de una historia y cultura efervescentes. Compositores y obras como los que protagonizan este concierto dan cuenta de la poderosa fuerza vital del que fue, hace más de dos mil años, un importante asentamiento griego devoto de la sirena Parténope (curiosamente, representada a veces con una lira), con el mar Mediterráneo de un lado y el Vesubio del otro, y que ha sobrevivido terremotos, epidemias, erupciones volcánicas, una invasión vikinga y el dominio de diversos pueblos a lo largo de los siglos.
En su música, compositores como el desconocidísimo Antonio Nola despliegan contrastes dramáticos como los que se encuentran en Ecce Nunc Benedicite Dominum II (Bendigamos al Señor), una mezcla rara y sorprendente del concierto instrumental del Barroco medio y del estilo eclesiástico vocal. En contraste, otra obra con el mismo texto, mucho más luminosa en su carácter (Ecce Nunc Benedicite Dominum I), demuestra el amplio espectro expresivo del compositor. Pero la joya de este programa es sin duda el Stabat Mater, una obra profunda y melancólica que evoca el sufrimiento contemplativo de la Virgen María al pie de la cruz de su hijo con dolorosa belleza.
Las voces e instrumentos de la Capella Neapolitana, comprometidos con cada nota de este programa, se sirven de una apabullante excelencia técnica para traer de vuelta al mundo un universo sonoro casi perdido fascinante.