Entre los compositores predilectos de Claudio Abbado se encuentran, sin duda, Beethoven, Mahler, Schubert y finalmente Bruckner, cuyas sinfonías ha seguido dirigiendo hasta el final de su carrera. En esta Sinfonía n.° 5, interpretada en 2011 por la Lucerne Festival Orchestra, Claudio Abbado infundió todo su genio, el de un director de orquesta visionario y humilde a la vez, que siempre sitúa la partitura por delante y deja que se escuche la voz del compositor lo más fielmente posible.
De todas las sinfonías de Bruckner, Claudio Abbado parecía tener una especial inclinación por esta quinta, que parece sin embargo tan fría de entrada, pero que el director ha grabado y dirigido varias veces durante su carrera. Esta «obra maestra contrapúntica», como describía el propio Bruckner, a veces sufre de una reputación de obra austera, incluso pomposa. Pero la genialidad de Abbado y las cualidades de esta Lucerne Festival Orchestra, compuesta de solistas de alto nivel, dejan entrever otra faceta de esta sinfonía malquerida: la de una obra moderna, visionaria, luminosa, con esa claridad que tienen las catedrales.
Verdadero triunfo en Lucerna, esta sinfonía ha suscitado en la prensa elogios extraordinarios hacia el director de orquesta milanés. En The Guardian, se suponía de hecho que «el propio compositor se habría echado a los brazos de Abbado» si hubiera podido escucharlo. Una opinión que también compartimos en medici.tv.
