Un concierto homenaje dirigido por Bernstein en el Royal Albert Hall en abril de 1972, un año después de la muerte de Igor Stravinsky, la «última gran figura de la música occidental», en palabras del músico.
Bernstein viajó con frecuencia a Inglaterra para dirigir a las numerosas orquestas de Londres, pero este concierto homenaje a Stravinsky, en presencia del primer ministro británico Edward Heath, fue un momento muy especial. Un año después de la muerte del compositor de origen ruso, Bernstein quiso ante todo subrayar la universalidad de la música de Stravinsky optando por interpretar tres obras que ilustran la «extraordinaria variedad de su arte»: La consagración de la primavera, el Capriccio para piano y orquesta y la Sinfonía de los Salmos.
Bernstein estaba especialmente apegado a la obra de Stravinsky desde que dirigió La consagración de la primavera, por primera vez en 1947, con la Boston Symphony Orchestra. La grabación que se presenta aquí tuvo lugar 25 años después, con los músicos de la London Symphony Orchestra. Humphrey Burton, el eminente director de cine que trabajó durante muchos años con Bernstein, describió esta película y esta interpretación de La consagración de la primavera como «el reportaje más notable sobre Bernstein y su forma de dirigir que he tenido a oportunidad de ver». Michel Béroff interpreta aquí el Capriccio para piano y orquesta. Tras haber ganado cinco años antes el concurso Messiaen, el pianista francés ya era reconocido entonces como uno de los más grandes intérpretes de la obra de Stravinsky y la de otros compositores contemporáneos. La Sinfonía de los Salmos cierra este concierto. Según Bernstein, esta obra magistral, que «revela la devoción de un Stravinsky creyente», es «de manera indiscutible la mayor celebración musical del espíritu religioso escrita en el siglo XX».