«Shakespeare, al caer sobre mí tan de improviso, me fulminó. Como un relámpago, me abrió el cielo con un estrépito sublime e iluminó mis profundidades más remotas. Reconocí entonces la grandeza, la belleza y la verdad en el drama.» Fue amor a primera vista: La tempestad, El rey Lear, Hamlet, inspiraron al compositor muchas de sus más bellas páginas, de las cuales Romeo y Julieta es seguramentre su obra maestra.
La obra es una sucesión de pasajes corales, recitativos y números solistas que mucho le debe a Paganini. En diciembre de 1838, después de hacer escuchado por fin Harold en Italia, el gran virtuoso italiano se pondría de rodillas frente a Berlioz y le besaría la mano con profunda devoción. Al día siguiente, junto con una carta proclamándolo como el heredero de Beethoven, recibiría de Paganini un cheque... ¡de 20 000 francos! Así, despreocupado de su manutención, Berlioz se consagra a la escritura de esta, según él mismo, «obra grandiosa, apasionada, cargada también de fantasía». Da vida a la partitura Valery Gergiev al frente de la London Symphony Orchestra con Olga Borodina, Kenneth Tarver y Evgeny Nikitin.