Yuri Temirkanov, digno heredero de Evgeny Mravinsky, es uno de los principales representantes de la música rusa. En esta ocasión, se suma Yuja Wang, que destaca como persona en este repertorio. El programa de este concierto, que reunió a Liadov, Rashmaninov y Chaikovski, difícilmente podía corresponder mejor al director ruso. Al frente de la Verbier Festival Orchestra, aporta una energía notable a esos atriles inmensos característicos de la música sinfónica rusa.
El concierto se abre con Kikimora, una obra sinfónica de Liadov, escrita a partir del personaje homónimo de la mitología eslava. Una pieza con acentos extraños y misteriosos, que merece su calificación de «fantástica» (atribuida por el propio compositor), y requiere instrumentos raros (xilófono, celesta...). Y después, entra en escena Yuja Wang. «Los dedos voladores», como se la llama por su agilidad, ha grabado el Concierto para piano n.° 2 de Rajmáninov con Claudio Abbado y lo interpreta aquí con el maestro ruso. Un entendimiento musical perfecto, que lleva la variedad y la riqueza de los temas de la obra a su máxima expresión. El concierto termina con algunos de los aires más populares de la música clásica, extraídos de El lago de los cisnes, ballet de Chaikovski que Temirkanov tuvo la oportunidad de dirigir en varias ocasiones y posteriormente grabar. Una experiencia increíble, imaginamos, para los jóvenes músicos de la Verbier Festival Orchestra.