Pianista de deslumbrantes medios técnicos e irreprochable musicalidad; director de renombre; privado y prudente en su vida personal; más cómodo en la calma y la belleza de la naturaleza que bajo el reflector de la fama: así es Vladimir Ashkenazy, y es esa personalidad la que ha fascinado al público durante décadas, desde sus inicios cuando resultara ganador del Concurso Chopin en 1955 (todavía un adolescente) y, posteriormente, del Concurso Chaikovski en 1962.
Leer másUna captación de Christopher Nupen
Un documental de Christopher Nupen