Etérea, minimalista, zen: son algunos de los calificativos que ha recibido Bob Wilson por su particular visión de Madame Butterfly. Una ópera, en escena en la Bastilla de París, que ocupa ya un lugar entre los clásicos. Una tragedia a la japonesa, una historia de amor y desamor escrita por Puccini, cuya protagonista Cio-Cio-San interpreta la soprano búlgara Svetla Vassileva. “Podemos definir a Cio-Cio-San como una rebelde en cuanto que reniega de su religión y, en consecuencia, sufre el rechazo de su pueblo, de su familia. Y a pesar de todo tiene la fuerza de seguir viviendo y de ser tan fiel consigo misma”.
El maestro Daniele Callegari dirige con absoluto entusiasmo esta producción que no deja indiferente a nadie: “Todos los movimientos de nuestros cantantes en el escenario están totalmente relacionados con un diseño musical, no se trata de movimientos fruto de la casualidad, el diseño de la coreografía es muy importante, añade unos valores dramáticos extraordinarios, que concuerdan perfectamente”.
“Hay instantes en la ópera” —explica Svetla Vassileva— “que me provocan una profunda emoción. En esta producción, el director Bob Wilson me ha pedido que sea muy introvertida, que nunca exprese mis emociones, algo que me resulta muy difícil porque yo soy muy emotiva, muy expresiva. Sin embargo, ha sido todo un placer porque para mí esto era una novedad”.
Callegari está encantado con el trabajo de todo el equipo: “Es una ópera que me da una gran satisfacción, sobre todo cuando tienes a tu disposición una gran orquesta que está pendiente de tí, de la batuta, y que percibe cada respiración. La gran capacidad de una orquesta que consigue darse cuenta de cualquier gesto para lograr que todo siga este hilo extraordinario, invisible, que hay entre la batuta y el escenario”.
“Puccini puso tanto espíritu italiano que esto convierte a la protagonista en alguien muy sensible, muy profunda. Sin embargo, al final, llega el suicidio, seguramente como conclusión de un suceso absolutamente japonés”, concluye Vassileva.