Esta sonata, compuesta inicialmente para arpeggione y piano, es seguramente fruto de un encargo del amigo de Schubert y guitarrista consolidado Vincenz Schuster, apasionado de ese nuevo instrumento que era el arpeggione. Caracterizado por sus seis cuerdas frotadas, tocado con arco y afinado como una guitarra, en la actualidad solo hay una decena de ejemplares en todo el mundo. Por lo tanto, esta pieza se interpreta ahora principalmente con un violonchelo, una viola o, más excepcionalmente, un contrabajo.