En este programa, concebido como un cuaderno de notas filmado, el pianista, en la intimidad de su domicilio, cuenta con modestia algunos episodios de su vida e imparte tres clases para la cámara. Lo vemos así corregir el exceso de virtuosismo de una joven japonesa, corregir con tacto a uno de sus alumnos del Conservatorio de Ginebra, recordándole que el uso del pedal debe ser moderado, el tempo suave, el rubato controlado y el fraseo analizado con precisión. Todo se dice con amabilidad, sencillez y sobre todo con el tacto de un artista experimentado que ha reflexionado mucho y lo ha interpretado casi todo. Cercano a Stravinski, Bartók, Prokófiev, con curiosidad por Boulez y Stockhausen. Cualquiera que sea la época y el estilo, su lectura siempre combina rigor y refinamiento.

En una larga sesión, se dedica al joven Philippe Cassard, un francés virtuoso y poeta del que pronto se hablará, más un discípulo que un alumno, a punto de volar con sus propias alas. En una digresión llena de enseñanzas sobre los Cuadros de una exposición, recuerda un error de lectura de la mayoría de los pianistas... El texto, siempre el texto, repite Nikita Magaloff, que aclara, torciendo el gesto, que el intérprete puede introducir no obstante una pizca de libertad.