Las obras más tempranas de Mozart son ya una prueba de su irrefrenable genio musical, con Ascanio en Alba siendo particularmente notable. Compuesta por petición de la Corte Imperial de Viena en 1771 para celebrar la boda del archiduque Fernando con la princesa de Módena, si bien concebida como una pequeña entrada musical para la opera seria Ruggerio de Johann Adolph Hasse, fue Ascanio realmente el hito del espectáculo. El compositor de quince años se ganó a la audiencia con esta obra pastoral corta, desplegando desde ese momento arias virtuosas y chispeantes motivos instrumentales que luego se convirtieron en marcas distintivas de su lenguaje operístico.
Como una serenata tradicional, Ascanio en Alba es una oda al amor y a las virtudes del matrimonio. La trama sigue a Ascanio (Sonia Prina), el nieto de la diosa Venus (Iris Kupke), en su búsqueda por el amor verdadero. Como futuro regidor de Alba y prometido de la ninfa Silvia, Ascanio se dirige a la ciudad para conocer a su misteriosa novia, pero Venus lo reta inesperadamente a esconder su identidad para probar su virtud como prometido. Ascanio finalmente llega a Alba, disfrazado, e inmediatamente reconoce a Silvia (Marie-Belle Sandis) quien está en compañía del viejo sacerdote Aceste (Charles Reid) en medio de un grupo de pastores guiados por el joven Fauno (Diana Damrau). A primera vista, el joven se vuelve loco de amor y se siente tentado a revelar su identidad, pero su abuela le insta a permanecer escondido. Fauno ofrece asistir a la boda de la joven. Aún enamorada del tentador Ascanio, que ha conocido en sus sueños, Silvia se da cuenta de que no es su prometido y huye a los bosques, devastada. De pronto, Venus aparece y le revela la prueba a la que se le ha sometido. Entonces, le confía a Alba la prosperidad y el cuidado de los enamorados.
Presentada como parte del Festival de Salzburgo en el Landestheater de la ciudad, la obra cuenta con una puesta única, moderna y poética de David Hermann para esta adaptación alemana del famoso libreto de Giuseppe Parini. ¡Atención: mantén los ojos bien abiertos! Algunas de las más hermosas pinturas rococó del siglo XVIII aparecen en hipnótica puesta en escena.
Fotografía © Hans Jörg Michel