Fausto es un hombre presa del «mal del siglo», ese famoso sentimiento de insatisfacción que caracterizó a la generación del principios del siglo XIX. Su erudición lo corroe; su espíritu no deja lugar para soñar; su impiedad lo atormenta (se trata de un tema recurrente en los románticos, magníficamente expresado por Musset en Rolla). Mefistófeles, encarnación terrestre del Maligno, acude a su encuentro y le propone ayudarlo a recuperar la paz y a conocer la dulzura del amor...
La partitura incluye piezas hoy populares, como la Marcha húngara de la primera parte, o el romance «La ardiente llama de amor» interpretada por Margarita en la cuarta parte. Pero con lo que hay que quedarse es con la obra como unidad, su dramaturgia, su libreto (escrito por Gérard de Nerval) y sus largas elevaciones líricas. Alex Ollé y Carlos Padrissa (La Fura dels Baus) lo entendieron perfectamente, poniendo en escena esta versión flamígera e infernal de la partitura de Berlioz. La dirección de Sylvain Cambreling, así como la interpretación de Vesselina Kasarova (Margarita), Paul Groves (Fausto), Willard White (Mefistófeles) y Andreas Macco (Brander), a los que se une la Orquesta de la Staatskapelle Berlin, el Coro del Orfeón Donostiarra de San Sebastián y el Tölzer Knabenchor, hacen de esta producción del Festival de Estrasburgo una versión de referencia de la partitura de Berlioz.
