En 2001, se conmemoró en todo el mundo el centenario de la muerte de Verdi, y por supuesto en Italia, su país natal, donde falleció el 27 de enero de 1901. La Scala de Milán, donde Verdi asistió a la creación de muchas de sus obras, marcó este aniversario con una nueva producción de El trovador, aunque esta ópera se representara por primera vez el 19 de enero de 1853 en Roma, en el Teatro Argentina, y no en Milán.
El director de orquesta Riccardo Muti, que era entonces director musical de la Scala, optó por ofrecer una nueva edición crítica de la partitura, más cercana a las primeras intenciones del compositor. Esta opción, polémica en ese momento, contribuye al interés de este espectáculo en el que la orquesta ocupa un lugar primordial: Muti ofrece una lectura llena de vivacidad del Trovador. Como un cuadro que recupera sus colores después de haber sido restaurado, El trovador así dirigido sonará como algo totalmente nuevo en nuestros oídos.
En los papeles principales, Barbara Fritolli, Leo Nucci, Violetta Urmana y Salvatore Licitra (Toscanini decía que para asegurar el éxito del Trovador eran suficientes cuatro buenos cantantes) están a la altura de las intenciones del director de orquesta, mientras que la puesta en escena de Hugo de Ana, que juega con las sombras y la oscuridad, nos transporta a un mundo de ensueño.