Si bien durante su vida tuvo que luchar para hacerse de un nombre importante, Verdi logró convertirse en el compositor lírico más influyente del siglo XIX, ya fuera con sus vastos frescos históricos (Aida, Don Carlo), con su puntual retrato de la sociedad de su época (La Traviata), o de la mano del drama sheakespeariano, de donde se inspiraría para Macbeth, Otello y Falstaff; siempre con melodías cautivadoras y con personajes de una profundidad psicológica extraordinaria.