Las visiones fulgurantes de la pianista georgiana interpretando a Schumann y Prokófiev.
El pedigrí habla por sí solo: los padres de Elisso Virsaladze eran músicos y su abuela, Anastasia, una célebre pianista. Después del conservatorio de Tiflis en Georgia, donde nació, continuó su formación en Moscú con el famoso Heinrich Neuhaus. Pero, para convertirse en lo que es hoy, Elisso Virsaladze, una gran dama del piano, el pedigrí no es suficiente.
Desde las primeras notas de Kresleriana de Schumann, estamos literalmente conmovidos por un temperamento artístico que trastoca los hábitos y perturba los prejuicios. Con mano de hierro, Virsaladze interpreta una Kresleriana fulminante. Lo que interpreta esta noche es un juego del escondite entre la vida y la muerte, donde no hay lugar para el terciopelo. «Una schumaniana incomparable», decía de ella Sviatoslav Richter.
Incomparable es sin duda el término que la define. La Sonata n.° 2 y los Sarcasmos de Prokófiev están habitados por el mismo fulgor. Para terminar, la caricia de un Vals de Chaikovski. La dama sabe cómo hacerlo.
