En el marco del Bruckner Festival, Mariss Jansons dirige una serie de sinfonías de Bruckner, cada una precedida por un concierto clásico. Para este concierto, Lars Vogt se une a ellos al piano.
La serie comienza con el Concierto para piano n.° 1 de Beethoven, compuesto en 1795. En esta obra, segunda contribución al género por parte de Beethoven, el compositor supera los límites del instrumento.
Cien años después de la composición de este Concierto, en 1896 (año de la muerte de Bruckner), el compositor austriaco concluyó su obra sinfónica monumental con una pieza inacabada: su Sinfonía n.° 9. La obra está compuesta por tres movimientos completos y algunos esbozos del final. En su canto del cisne —el Adagio violentamente disonante—, Bruckner explora las fronteras extremas de la tonalidad.