«Cuatro óperas, cuatro directores de escena». La Tetralogía de Wagner producida en 1999-2000 en el escenario de la Ópera de Stuttgart bajo la batuta del director austriaco Lothar Zagrosek y filmada en representaciones de 2002-2003 responde a esta audaz idea. Se confío El oro del Rin a Joachim Schlömer, La Valquiria a Christof Nel, Sigfrido a Jossi Wieler y Sergio Morabito, el Crepúsculo de los dioses a Peter Konwitschny.
Joachim Schlömer, a quien correspondía la responsabilidad de abrir el ciclo, tiene una formación de bailarín adquirida en Alemania donde nació, y es coreógrafo: ha creado un centenar de ballets, dedicándose desde los años ochenta a la puesta en escena.
Iconoclasta y singular, esta Tetralogía causó sensación. Ya desde su prólogo, El oro del Rin, el público de Stuttgart debió sentirse cautivado por esta visión intimista y moderna que abandona por completo la imaginería mitológica. De Wotan a Fafner, de las hijas del Rin a Alberich y Loge, todos están vestidos como en los años treinta y la escenografía, una estación termal de estilo art déco (en la cuenca del Rin…), es la misma a la largo de toda la obra. Así presentado, El oro del Rin se asemeja a un espacio cerrado en el que personajes psicológicamente devastados se agotan en rivalidades mortíferas.
Los cantantes, de un nivel perfectamente homogéneo, se integran sin problema en la dramaturgia, mientras que al atril Lothar Zagrosek presenta una versión contrastada y resplandeciente, manteniendo al mismo tiempo una hermosa fluidez.